Las personas son como la música, algunas dicen la verdad y otras son puro ruido, Anónimo.
Si alguien intenta hundirte es porque estás por encima de él, Anónimo.
Los graciosos son aquellas personas que con relativa frecuencia hacen comentarios divertidos, irónicos o sarcásticos. Continuamente están contando chistes, anécdotas divertidas y sacando punta a cualquier gesto, circunstancia, palabras o acción.
El humor mejora nuestra salud, por ejemplo, nos relaja y libera del estrés. Nos ayuda a ver la vida desde una perspectiva más global, fomenta los pensamientos y sentimientos positivos, reduce nuestros miedos y ansiedades, facilita afrontar mejor los problemas, las preocupaciones y los momentos difíciles, nos hace más felices y favorece las relaciones interpersonales y profesionales. En definitiva, nos proporciona muchos recursos para superar nuestros problemas, circunstancias adversas y dificultades o, si esto no es posible, al menos, para ser más capaces de afrontarlos y aceptarlos de la mejor manera posible.
Cuando necesites ganarte a una audiencia, persuadir a alguien, dar una buena primera impresión o aliviar el estrés en una situación difícil y comprometida, comenzar con una anécdota, cita divertida o un chiste que venga a cuento, puede que sea la mejor manera de hacerlo.
Sin embargo, algunas personas graciosas usan el humor como arma arrojadiza. Cuando estás menos preparado, desde la barrera, el gracioso, más bien payaso, suelta su gracia en forma de broma pero que te asesta el golpe donde más te duele. Algunos comentarios inoportunos, en apariencia, ingenuos, simpáticos y superficiales, son en realidad tóxicos, dañinos e, incluso, crueles. A veces, pueden ser incluso peores que un violento ataque de ira o una agria discusión porque se aprovechan de nuestras debilidades, errores y vulnerabilidades, y nos hacen sentir avergonzados y ridiculizados.
Se deben evitar los chistes y bromas sobre sexo, religión, estereotipos, política, raza, color y discapacidades. Usar el humor para ridiculizar, avergonzar, humillar o desacreditar a los compañeros de trabajo, clientes o a tu propia empresa es totalmente improcedente e inaceptable.Hacer bromas cuando las personas están estresadas, súper ocupadas o una combinación de ambas puede ser percibido como insensible, inapropiado o desafortunado.
¿Qué puedes hacer al respecto?
- Es terriblemente imprescindible que partamos de la siguiente regla, la gran regla de oro: La persona no va a cambiar. Te lo repito, tenlo bien claro, no les vas a cambiar. Acepta a estas personas tal como son.
- No presumas tanto de tus logros, conocimiento, físico, habilidades y riqueza, solo exacerbarás el problema. No vayas de sobrado. Por el contrario, sé humilde, sencillo, discreto y buena gente.
Acepta que todos cometemos errores, tenemos muchos defectos y zonas erróneas con humildad. ¡Evita presumir, ostentar y hacerte el listo ya que te convertirás en uno de sus objetivos! Recuerda, es muy fácil encontrar defectos y errores en los demás.
- Es importante crecer constantemente, aprender de nuestros errores, ser sincero y demostrar integridad personal. No te enfrentes o entres a trapo en una confrontación abierta con ellos, solo conseguirás empeorar las cosas ya que será más probable que os digáis cosas inapropiadas, de mal gusto, groseras o insultos camuflados de jocosidad. Podrías responder algo como: “¿Qué te pasa? ¿De verdad te resulta divertido o gracioso humillar o insultar a los demás?”
- Si alguien ha sido ruin contigo, ha herido tus sentimientos y te ha hecho daño, no tomes represalias, no les pages con la misma moneda siendo desagradable, mezquino o grosero. Habla con ellos de una manera razonable, respetuosa y asertiva y hazles saber que este comportamiento no es aceptable y que no lo vas a tolerar.
- Si esta estrategia no funciona, pide ayuda a alguien en quien puedas confiar o que tenga suficiente autoridad, por ejemplo, amigos, padres, recursos humanos, directores, gerentes, psicólogos, psiquiatras, educadores, etc.
- Si el humor en tu lugar de trabajo es inapropiado, desconsiderado, grosero u ofensivo y se pasa de la raya o afecta el rendimiento y la productividad de tus compañeros o empleados, habla con ellos y aborda el problema. A veces, el jefe, el gerente o alguien de recursos humanos deberá manejar el problema.
- Si quieres emplear el humor, lee la situación, el contexto, el estado de ánimo de a tus interlocutores para poder adaptarte sobre la marcha. Mantén tu humor limpio, cercano y de buen gusto. Controla el ritmo al que compartes tus bromas, chistes y anécdotas simpáticas. Está bien escuchar un buen chiste de vez en cuando, pero no te pases.
- No uses el humor para ridiculizar, avergonzar, humillar, intimidar o desacreditar a nada ni a nadie. Si tienes algo contra alguien, díselo a la cara.
- Vivimos en un mundo loco y, en consecuencia, ¿quién puede discernir o decidir quién está loco y quién no? Es muy difícil y peligroso caminar por la delgada línea entre lo que es simpático y gracioso (que difiere de persona a persona) y lo que algunas personas pueden considerar o interpretar como irrespetuoso, dañino, ofensivo o incluso abusivo. Esta fina línea es muy borrosa y, aún peor, cambia constantemente con el tiempo.