La verdad es que no sabes lo que te va a pasar mañana. La vida es un viaje loco y nada está garantizado, Eminem.
El conocimiento hace que la gente sea humilde, la arrogancia que sea ignorante, Boonaa Mohammed.
Los sabelotodos sonlos típicos arrogantes, engreídos y prepotentes. Constantemente interrumpen a los demás y saltan en las conversaciones para añadir sus comentarios, responder preguntas que nadie les hizo y ofrecer consejos y opiniones que (casi) nadie desea escuchar. Explican y opinan sobre todo, tratando de demostrar, en todo momento, que son más competentes y están mejor informados que los demás con sus ideas, análisis y propuestas, y les gusta de criticar lo que los demás dicen y hacen.
Siempre están dispuestos a aportar sus datos, comentarios y análisis que prueben que dominan la materia, que conocen los entresijos, lo que se cuece entre bastidores. En el peor caso, harán comentarios negativos y críticas sobre tu trabajo, resultados, calendario o capacidad organizativa y, en consecuencia, socavarán tu autoestima e imagen profesional. Ofrecen un buen número de argumentos, datos y hechos para llamar la atención de los demás y demostrar su conocimiento, y se crecen en las discusiones. Sin embargo, también suelen evitar compromisos, responsabilidades, y trabajar duro cada vez que pueden. Realmente no quieren ensuciarse las manos y mojarse haciendo el trabajo sucio. Son los primeros que se escaquean y echan balones fuera, pero procuran en cualquier ocasión apuntarse los tantos de los demás. Pueden tener miedo de comprometerse y trabajar en algo que termine en fiasco.
Son casi imposibles de enseñar porque odian ser corregidos y que se demuestre que estaban equivocados, tienen poca o ninguna capacidad para realmente escuchar, sus autoestimas están íntimamente ligadas a sus conocimientos, destrezas y competencias, por lo que les es prácticamente imposible admitir sus errores, pero, bien que les gusta, demostrar sus conocimientos, corregir y enseñar a los demás.
Es terriblemente imprescindible que partamos de la siguiente regla, la gran regla de oro: La persona no va a cambiar. Te lo repito, tenlo bien claro, no les vas a cambiar. Acepta a estas personas tal como son.
Elige tus batallas con sabiduría. Se selectivo con las discusiones y enfrentamientos en las que precisas involucrarte. El hecho es que no todo es importante o provechoso. Algunas batallas, simplemente, no merecen la pena. Céntrate en la chicha, en el meollo, no en la periferia; en tus metas y objetivos más importantes. Algunas batallas son causas perdidas o están perdidas incluso antes de que comiencen, y debes reducir tus pérdidas.
Si necesitas discutir con él/ella, respira profundamente, mantén la calma, no pierdas los nervios y mantén la compostura.
Asegúrate de hacer muy bien “tus deberes”, de estar totalmente preparado y formado, de conocer al detalle todos los hechos, datos, resultados, etc. De este modo, si el iluminado o enterado mete su nariz en tus proyectos y trabajo, sabrás qué responder, defenderte con conocimiento de causa y podrás explicar con confianza, profesionalidad y serenidad por qué se tomaron ciertas decisiones y acciones.
Predica con el ejemplo. Traga tu orgullo, se humilde, admite que no tienes todas las respuestas y atrae así al equipo para trabajar juntos en tus objetivos. La sabiduría es saber cuánto no sabes. Es inteligente reconocer y explicar que no lo sabes todo o que no tienes todas las respuestas, pero aun así eres un activo para la compañía, un profesional productivo, solvente y eficiente. Además, estás dispuesto a aprender de tus errores y de los que te rodean, y crecer.
Todas las decisiones implican riesgos e incertidumbre, y los resultados no están siempre garantizados.
Habla con ellos con tacto y delicadeza. Procura una comunicación basada en la escucha activa, no confrontacional, sin juicios, con un clima adecuado, sano y colaborativo, y trata de resolver el problema con diálogo. Puedes demostrar que tus decisiones y acciones están bien fundamentadas, documentadas y encaminadas, estar centrado en demostrar la solidez de tus argumentos y en lo que tienes entre manos, ser asertivo, proyectar confianza y, sin embargo, no hacerlo personal, mostrar buenas maneras, respeto y “buen rollo” para que puedas seguir en buenos términos con ellos.
No te lo tomes personalmente. Respira profundamente, mantén la calma, la compostura y responde de una manera asertiva pero no agresiva, que no sea confrontacional, evitando los juicios y explica tus razones y argumentos, los datos, hechos y resultados que te avalan. Evita mostrarte enfadado o frustrado, gritar, insultar, ser sarcástico o cualquier cosa por el estilo.
Mantente positivo, ten una autoestima positiva, es decir, ten confianza en tí, tus competencias, conocimientos, acciones y profesionalidad, pero no vayas de sobrado tampoco. Defiende lo que crees y haces. No dejes que nadie te pisotee, mantente firme y asertivo. ¡Tú vales! ¡Eres lo suficientemente bueno, tienes lo que hay que tener!
La vida es demasiado corta. Mantén un buen sentido del humor al tratar con ellos. Puede ayudarte a no tomártelo como algo personal, a lidiar con ellos de manera más efectiva y a no volverte loco en este mundo frenético y competitivo.
Si manejas la situación correctamente y con tacto, puedes aprender de sus comentarios, ideas, críticas y sugerencias. Pueden ayudarte a estar o ponerte al día, ser más competitivo, mejorar tus competencias, productividad, productos o servicios, descubrir errores y defectos, etc.
A veces, solo tienes que aceptar que estáis en desacuerdo, que hay diferencias de opinión entre vosotros. Siempre habrá personas que oyen pero no escuchan, que miran pero no ven, simplemente no se quedan con la copla, no te comprenden ni se enteran y nunca lo harán. Están allí, parados y plantados justo delante de ti, enfrascados pensando en lo que te van a decir a continuación. Escuchan con la intención de responder en lugar de tratar de comprender y asimilar lo que estamos tratando de comunicarles. Déjalos marchar, considera este diálogo como un esfuerzo inútil, completamente improductivo. La comunicación efectiva es más que un intercambio de información, requiere de escucha activa, empatía, estar dispuestos a cambiar y aprender, capacidad de negociación y compromiso.