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Oniomanía, el síndrome del comprador compulsivo.

Toda una generación trabajando en gasolineras, sirviendo mesas o siendo esclavos de oficina. La publicidad nos hace desear coches y ropa. Tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos, Fight Club.

La sociedad en la que vivimos puede definirse de muchas formas, a saber, de la información, de la comunicación y del conocimiento, una auténtica aldea global donde las fronteras son cada vez más permeables y también como una sociedad de consumo.

Vivimos en un sistema capitalista donde las grandes corporaciones, medianas y pequeñas empresas hacen estragos en una sociedad hedonista, superficial y materialista donde nada parece tener mucho sentido y la búsqueda del placer inmediato se nos antoja como el fin último de la vida. Nos bombardean con una publicidad constante, agresiva y muy persuasiva, por ejemplo, usando el empoderamiento (Por una belleza real, Dove), valores compartidos (Vuelve a casa por Navidad, Cree en tus propios sueños, Sonrisas dulces, Sé valiente), respaldo de celebridades o el miedo a perdérselo.

Nos invitan a consumir lo que no necesitamos, incluso aquello que no nos lo podemos permitir. En este último caso, ¡no hay problema!, para eso están los préstamos rápidos y sencillos, “los pagos a plazos”, las tarjetas de crédito, los prestamos de coche, de estudios, personales y de consumo o las hipotecas a 20, 30, 40 y 50 años en los que podemos poner nuestras casas, coches, salarios o jubilaciones como aval.

Un hongo nuclear de una deuda sin precedentes, absolutamente inconmensurable, está sobre nosotros debido a las bajas tasas de interés y el dinero fácil y solo hace aumentar, incluso en estos tiempos difíciles e inciertos.

La deuda es como cualquier otra trampa, bastante fácil de caer, pero bastante difícil de salir, Henry Wheeler Shaw

No es de extrañar, por consiguiente, que muchas personas compren compulsivamente todo tipo de bienes y servicios para llenar su vacío interno, para sentirse mejor, satisfechos, completos o menos solos, para más tarde descubrir que no los necesitan. A veces es incluso contraproducente pues demasiadas cosas en nuestras casas y vidas facilitan el desorden, el estrés y la confusión.

Pueden pensar que el dinero determina directamente la felicidad, pero el dinero no compra la felicidad, la amistad o el amor, no brinda satisfacción ni plenitud y no le proporciona a sus vidas ningún significado o propósito y no son, desde luego, más felices, guapos o populares.

Es importante señalar que no nos estamos refiriendo a quienes van de tiendas como una distracción o se dan un capricho de vez en cuando. Hablamos de las personas impulsivas que no pueden evitar caer en las ofertas de todo tipo de forma habitual, que necesitan estar siempre a la vanguardia, con el último dispositivo o gadget, que cuando se sienten solos, enfadados, estresados, temerosos o tristes buscan en las compras calmar la ansiedad, animarse, sentirse mejor y olvidarse de los problemas. Después, caen en el arrepentimiento, padecen sentimientos de decepción, tristeza, culpa y una baja autoestima por la falta de control en la adquisición de productos que realmente no les son necesarios y dilapidan su economía.

El perfil típico del comprador compulsivo es el de una mujer con unos treinta o cuarenta años que compra ropa, joyas, zapatos y productos de belleza. Entre los varones, significativamente menos, prefieren los aparatos y dispositivos electrónicos (teléfono móvil, portátil, tableta, televisor, etc.) y las herramientas para el hogar.

Las guerras en los viejos tiempos se hicieron para conseguir esclavos. El instrumento moderno para imponer la esclavitud es la deuda, Ezra Pound

¿Cuál es la magnitud del problema?

Uno de cada tres consumidores adultos europeos tiene problemas de descontrol en la compra o el gasto. Dentro del grupo de adictos, el 55% (18% del total) presenta una adicción leve y el 45% (15% del total) una adicción importante. El 3% llega a niveles que se consideran patológicos (El Consumo Compulsivo y los problemas personales, Confederación de Consumidores y Usuarios).

debt

Una de las consecuencias más devastadoras es el impacto en el bienestar, salud y la economía personal y familiar. Para poder dar de comer al bicho del consumo excesivo, muchos precisan trabajar más de lo que su salud física y/o psicológica les permite, con lo que aumenta su ansiedad y estrés, mientras sus relaciones personales y románticas se resienten. Fruto de todo ello, las personas padecen baja autoestima, resiliencia reducida, tristeza y depresión. Estos sentimientos negativos les empujan, aún más, a comprar para sentirse mejor, con lo cual nos encontramos con un ciclo autodestructivo. En los últimos estadios, se producen rupturas de relaciones personales y familiares, divorcios, niveles extremos de estrés y deuda y, en algunos casos, se llega a la bancarrota, al desfalco, pérdida de empleo y vivienda, consumo de alcohol y drogas, incluso se termina en redes de prostitución y criminalidad.

¿Cómo podemos dejar de ser un comprador/a compulsivo/a?

Las tácticas a seguir son las siguientes:

  1. Reconoce que tienes un problema muy serio, asume responsabilidad de tus gastos y anota todos los gastos de un mes.
  2. Busca ayuda de familiares, seres queridos y, en casos más extremos, especialistas: psicólogos, psiquiatras, sociólogos o educadores.
  3. Necesitas discernir y tratar problemas subyacentes: soledad, baja autoestima, inseguridad, ansiedad, estrés, depresión, etc.
  4. Realiza un control de las finanzas personales y familiares, en especial del dinero de bolsillo. Evita las gangas, los descuentos, las ofertas engañosas y las promociones. Si algo es demasiado bueno para ser verdad, entonces no lo es. Debe evitarse los pagos a plazos, las tarjetas de crédito, los préstamos y las hipotecas. Paga siempre al contado y con dinero en efectivo.
  5. Aprende a identificar y distinguir lo que es necesario y lo que es superfluo.
  6. A la hora de comprar, rehuye el compre ahora, las ofertas y gangas especiales y de última hora, y sustitúyelo por aplazar la compra para buscar y comparar precios, características y calidades, así como, consulta experiencias y opiniones de usuarios reales (ten cuidado con las reseñas falsas y dedica tiempo a comprobar cuales son las de usuarios reales).
  7. Antes de salir de compras, realiza una lista cerrada y cíñete a ella.
  8. Nunca vayas a comprar solo.
  9. Evitar la tentación adquiriendo otros hábitos más sanos para superar los momentos bajos y difíciles. Por ejemplo, en vez de salir de compras, sal a pasear o divertirte en lugares lejanos a los grandes almacenes y a las tiendas, haz deporte, gimnasia, yoga o alguna otra actividad física, visita a familiares y amigos, lee, escucha música, practica alguna afición, etc.
  10. Reemplaza la gratificación inmediata con la gratificación aplazada, el autocontrol y la satisfacción a largo plazo.
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