¡Yo no soy torpe! Solo soy bastante propenso a los accidentes. El suelo me odia, la mesa y las sillas son unos abusones, y las paredes y puertas están siempre en mi camino, Anónimo.
La persona torpe es el típico manazas, al que se le suelen caer y escurrir las cosas, chocan contra las paredes, tienen mal equilibrio y coordinación motora, se lastiman, caen o tropiezan con relativa frecuencia. Pueden volverse peligrosos para ellos mismos y para los demás si no están debidamente monitorizados y supervisados.
Las personas torpes, incluso cuando tienen la mejor de las intenciones y buena voluntad, pueden meternos en un gran lío en ciertos contextos y situaciones. Imagina que te está arreglando el inodoro a las cuatro de la tarde de un sábado, comete un error grave y te deja sin agua corriente ni servicio operativo para todo el fin de semana.