Internet se está convirtiendo en la plaza del pueblo de la aldea global del mañana, Bill Gates.
El término lo acuñó Marshall McLuhan y se refiere a que las tecnologías de la información y la comunicación (Internet, medios de comunicación de masas y las redes sociales) han acortado las distancias entre las personas. Vivimos en un mundo donde la información viaja a la velocidad de la luz y se distribuye más eficazmente que nunca.
Además, también está cada vez más interconectado e interrelacionado, lo que pasa “allá” afecta a las cosas de “aquí” y viceversa. Por ejemplo, en septiembre y octubre de 2008, la crisis crediticia e hipotecaria en Estados Unidos se había extendido efectivamente a los mercados financieros y las economías reales de todo el mundo.
El sentido del tiempo. Para las sociedades occidentales se trata de un recurso escaso (“el tiempo es oro”) que debe ser racionado, controlado y bien gestionado a través de una apretada agenda. Para otras culturas es un recurso flexible, supeditado a la importancia de ser amable, cortés y educado con los demás.
El contacto físico. Para ciertas culturas un saludo puede ser: un apretón de manos; en otras uno, dos o tres besos; frotarse la nariz, etc. En cambio, en otras latitudes, no existe contacto físico y es una simple inclinación de la cabeza.
Estamos diseñados para mostrarnos afecto y cercanía, especialmente en las etapas más tempranas de desarrollo. Estamos y necesitamos desesperadamente estar y sentirnos conectados con los demás. Sin embargo, algunas personas pueden llegar a sentirse muy incómodas cuando se les toca: a los asiáticos no les suele gustar que les toquen o besen amigos o desconocidos; a las embarazadas que toquen sus barrigas y a los afroamericanos, que le soben su pelo.
El silencio. Para occidente hablar es la única forma efectiva de comunicarse y el silencio es “casi” intolerable; sin embargo, en otras culturas se valora el silencio. Se procura evitar la repetición de ideas, hablar por hablar, el cotilleo y el lenguaje obsceno y grosero. Se desconfía de los parlanchines y se prefiere a los reservados.
Mirar a los ojos. En la civilización occidental es un signo de confianza, integridad y sinceridad. En otras sociedades molesta y ofende, pudiendo ser entendido como desafío, hostilidad, falta de respeto, ira e, incluso, acoso sexual.
La apariencia física. Las mujeres musulmanes deben cubrirse y el uso del velo es obligatorio en la mayoría de los países islámicos como Irán, Afganistán, Arabia Saudí, etc.