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Son nuestras decisiones y acciones las que definen lo que somos.

Son nuestras decisiones las que demuestran lo que somos, mucho más que nuestras habilidades, Harry Potter.

En última instancia, son nuestras elecciones y acciones las que configuran nuestro destino.

No importa qué batalla se libre en nuestro interior, siempre tenemos una opción. Mi amigo Harry me lo enseñó. El eligió dar lo mejor de sí. Son nuestras decisiones las que nos hacen ser quienes somos… y siempre podemos elegir lo que es correcto, SpiderMan.

Es una cita de una película de superhéroes, ¿verdad? Sin embargo, también es válida para todos nosotros.

Una experiencia muy “fuerte” es la que vivió W. Mitchell. Tuvo el infortunio de padecer dos accidentes que lo dejaron paralizado de cintura para abajo, tenía muñones por dedos y una cara desfigurada que parecía más un remiendo inacabado, con muy poco arte, de injertos que otra cosa.

Sin embargo, su lucha era tan pragmática como inspiradora: “Antes de mis accidentes, había diez mil cosas que podía hacer y ahora solo hay mil. Podría pasar el resto de mi vida torturándome por lo que perdí. Sin embargo, elijo centrarme en las mil cosas que todavía puedo hacer.”

Él es uno de los mejores ejemplos de que no es lo que te pasa lo que verdaderamente importa, sino lo que haces al respecto.

Dicho de otra manera, el ser humano siempre puede elegir, podemos controlar nuestros pensamientos, acciones y cómo lidiamos con nuestra realidad y estas decisiones y acciones son importantísimas, pueden marcar la diferencia en nuestras vidas y en las de los que nos rodean. Lo contrario es el determinismo, donde se nos niega la libertad para cambiar y modificar el status quo o nuestra propia existencia y realidad. Veamos alguna de sus formas:

  1. El determinismo genético considera que la biología, fundamentalmente nuestros genes, es el condicionante fundamental del ser humano y su conducta, que las diferencias entre las personas y los grupos son heredadas e innatas y que la sociedad es, en consecuencia, un fiel espejo de la biología (Harvard Stephen J. Gould, La falsa medidas del hombre). La vida es como un juego de cartas. La mano que te reparten es determinista; la forma en la que juegas es libre albedrío, Jawaharlal Nehru

  2. El determinismo geográfico postula que la conducta del ser humano está completamente condicionada por el lugar donde vive, el clima, la geografía, los recursos disponibles, y el medio físico. Solo una persona tiene libre albedrío, la que está a cargo, Loki

  3. El determinismo conductista de Skinner afirma que no somos libres porque nuestra conducta ha sido condicionada a través de la educación. Dadme un niño y lo moldearé en cualquier cosa, B. F. Skinner

  4. El determinismo social explica que es la sociedad y las interacciones sociales (padres, amigos, etnicidad o género, cultura, valores y normas sociales), las que determinan nuestra personalidad y conducta a través de la presión social y las reglas sociales que se le imponen al individuo. El hambre convierte a cualquier hombre en ladrón, Pearl S. Buck

  5. El determinismo teológico (predestinación) asegura que Dios es la causa última y el hombre está predestinado, es decir, Dios omnipotente, omnipresente y omnisciente ya conoce nuestro futuro. Las personas y sus “obras” no pueden influir en Dios en cuanto a quién se salva y quién no: está predestinado quien se ha de salvar y quien se condenará en el fuego eterno. Ciertamente la gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de vosotros, sino que es un don de Dios; ni es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie, Efe 2:8-9

En todo caso, estas teorías en sus diferentes sabores postulan básicamente lo mismo: el ser humano no es libre. Nuestras acciones están determinadas por la educación o la falta de una educación básica (determinista conductista), el patrimonio genético (determinismo genético), Dios (determinismo teológico) o el destino, el medio físico (determinismo geográfico), factores socioeconómicos y tecnológicos, etc.

Todas estas ideas convergen de una u otra forma que el ser humano no puede hacer nada para cambiar su destino.

En particular, podemos afirmar, sin mucho temor a equivocarnos, que las personas que viven en países del tercer mundo que no tienen acceso a un saneamiento adecuado, agua potable, buenas carreteras, servicios sanitarios, educación básica, etc. tienen menos posibilidades de conseguir éxito tanto a nivel académico como profesional.

También es cierto que la genética determina el color de la piel, de los ojos y del cabello, nuestra estatura, las probabilidades de padecer ciertas enfermedades y muchos argumentan que afectarán nuestras habilidades, preferencias y emociones.

Por tanto, si bien debe reconocerse que dichos factores (herencia genética, la educación, el estatus social y económico, etc.) juegan un rol muy importante en nuestras vidas, también argumento, junto a otros autores, que no son la causa última de nuestro comportamiento, que siempre podemos elegir. Así, Sastre afirmará y yo también defiendo con vehemencia:

El hombre nace libre, responsable y sin excusas

Victor Frankl, en su obra “El hombre en busca de sentido”, relata su experiencia de judío en los campos de concentración nazis y como incluso en las condiciones más severas y extremas de deshumanización, dolor, hambre y vejaciones de todo tipo, el hombre puede encontrar la libertad:

Todo puede serle arrebatado a un hombre, excepto la última de las libertades humanas: el poder elegir su actitud en cualquier circunstancia, ser capaz de elegir su propio camino. ¿No te es posible cambiar la situación? Si te es imposible cambiar la situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontas ese sufrimiento

Según sus relatos, incluso en aquellas terribles circunstancias, los reclusos podían tomar una decisión, someterse o no a aquellos que los amenazaban con arrebatarles su libertad y dignidad, decidir qué tipo de prisionero querían ser: “Pero también es positiva la vida que está casi vacía tanto de creación como de gozo y que admite una sola posibilidad de conducta; a saber, la actitud del hombre hacia su propia existencia, una existencia restringida por fuerzas que le son ajenas”.

Nosotros, los que vivimos en campos de concentración, podemos recordar a los hombres que caminaron a través de las chozas para consolar a los demás, regalando su último pedazo de pan. Pueden haber sido pocos en número, pero ofrecen pruebas suficientes de que todo puede ser quitado a un hombre, salvo solo una cosa: la última de las libertades humanas, la de elegir tu actitud y tu comportamiento ante cualquier circunstancia, Victor Frankl.

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