Haz del flujo un suceso continuo.

Las experiencias cumbres o numinosas son experiencias raras, emocionantes, excitantes, conmovedoras, supone una elevación emocional intensa que genera una forma avanzada de percibir la realidad, y son incluso místicas y mágicas en su efecto sobre el experimentador, Abraham Maslow.

El flujo es un estado mental que todos hemos experimentado alguna vez, durante el cual estamos tan inmersos en una actividad que el mundo parece desvanecerse y nada más parece importar. Se caracteriza por los siguientes elementos:

• Alto grado de concentración y enfoque en el momento presente. Estamos completamente centrados en la tarea que tenemos entre manos.
• Fusión entre acción y conciencia. Se caracteriza por sentirse inmerso y muy implicado en la tarea, hasta tal punto que perdemos conciencia del yo, del entorno externo y del tiempo. Olvidamos completamente las preocupaciones y problemas de nuestra vida cotidiana.
• Una pérdida de la auto-conciencia. El flujo nos libera de la auto-conciencia, perdemos el sentido del tiempo y del “yo” y, de este modo, nos permite sumergirnos en una actividad que experimentamos como intrínsecamente significativa y gratificante.
• Un sentido de control personal sobre la situación o la actividad.
• Distorsión del sentido del tiempo, éste vuela.
• Se experiencia la actividad como intensamente gratificante y autotélica (la realización de la actividad es un fin en sí misma) y, en consecuencia, no nos damos cuenta de nuestro esfuerzo.

Si hacemos del flujo un suceso continuo, conseguiremos mejorar dramáticamente nuestra productividad, potenciaremos nuestro rendimiento académico y profesional, y nuestro aprendizaje será verdaderamente significativo. Nuestro trabajo será más gratificante, seremos más felices y creativos.

¿Qué necesitamos? (Seguiré algunas ideas expresadas en el magnífico manual de psicología de Csikszentmihalyi, M. (1993), Flow: The psychology of optimal experience. New York: Harper Perennial):

1. Proponte objetivos realistas, tareas concretas, normas claras y, más importante aún, razones de peso para embarcarte en este proyecto.

2. Encuentra una tarea o actividad lo suficientemente difícil y atractiva para estimular tu interés, imaginación y creatividad pero lo suficientemente factible para que puedas llevarla a cabo. Debe haber un equilibrio entre tus capacidades, aptitudes y habilidades, y el desafío que te propongas. Si la tarea es demasiado compleja o difícil, corres el riesgo de cometer errores, fracasar, de padecer ansiedad, estrés, desanimarte y tirar la toalla. En tal caso, la solución consiste en dividir la tarea (“divide y vencerás”) en subtareas más pequeñas, fáciles y manejables que estén o en tu zona de confianza o bastante cercanas.

   En el caso opuesto, si una tarea es tan sencilla que te mueres de tedio y aburrimiento, añade elementos o restricciones para hacerla más complicada, interesante y estimulante.

3. Evita distracciones, ajusta tu espacio y entorno de trabajo para cubrir tus necesidades y maximizar tu productividad. Asegúrate que tu puesto de trabajo está limpio, despejado y ordenado, tira lo innecesario y coloca todas las cosas donde correspondan. Por ejemplo, es importante elegir una silla que esté diseñada ergonómicamente y te permita estar cómodo durante un largo día de trabajo.

4. Elige tu mejor momento, las horas donde seas más productivo y creativo. “Semos diferentes” (¡Gracias a Dios sino sería todo demasiado aburrido!), por lo que conviene conocerse bien a la hora de elegir cuál es el momento ideal para estas actividades. Así hay quien prefiere las primeras horas de la mañana para estar más fresco y despejado; otros, a estas horas tan tempranas, están demasiado adormilados y atontolinados para trabajar y prefieren más tarde, conforme el día avanza.

5. Date el tiempo suficiente. Recuerda que al principio tu cabeza estará distraída con una y mil historias, preocupaciones y problemas y que, seguramente, en la primera media hora no serás tan productivo como te gustaría. Por tanto, tiene perfecto sentido que asignes un tiempo suficiente con cierta holgura para la tarea a realizar. Es decir, mejor es pecar por exceso que por defecto y no quedarte a la mitad cuando estabas trabajando a toda marcha y tener que dejarlo todo empantanado porque tienes un compromiso irrenunciable, una reunión o una tarea urgente.

6. Concentración y enfoque. Cuando quieras una experiencia “cumbre”, necesitas estar centrado única y exclusivamente en una tarea, concentrado en lo que tienes entre manos aquí y ahora. En consecuencia, evita las distracciones (llamadas, mensajes, redes sociales, correo electrónico, visitas inoportunas) que te hagan perder la concentración.

7. Crea tu ritual de flujo, es decir, configura una rutina con una serie de elementos que te ayuden y evoquen este estado de máxima productividad: escuchar un determinado tipo de música; caminar a la biblioteca; reservar un tiempo previo para practicar una meditación guiada, hacer yoga, gimnasia o respiraciones profundas; sentarte en tu silla; utilizar tu bolígrafo/pluma; tomar un café/chocolate/té; realizar ciertas actividades de higiene personal.

8. Establece una rutina de trabajo diario y semanal, asigna bloques temporales para tareas específicas y para descansar. Es mucho más eficiente atender tus correos electrónicos y las llamadas telefónicas en bloque, en uno o varios momentos del día planificados precisamente para ese propósito, que responderlos conforme van llegando. Otra idea es crear etiquetas o filtrar los correos en directorios específicos. Así, por ejemplo, podrías priorizar los correos de tu jefe marcados en rojo chillón o en una determinada carpeta. Análogamente sucede con las redes sociales y los programas de mensajería: debes establecer y delimitar espacios para ellos.

9. Procura tener un feedback directo e inmediato, así podrás ajustar y modificar tu modo de trabajar para satisfacer los requerimientos de la tarea y las necesidades de tus clientes, ser más eficiente y productivo, y mejorar la calidad final de tus resultados.

10. Disfruta el momento. Procura encontrar la actividad gratificante per se, es decir, que seas capaz de disfrutar realizándola y que tenga sentido y valor por sí misma. Así, no notarás el cansancio del esfuerzo, las horas se te pasarán volando, tu “yo” o conciencia se disipará en el trabajo y tu productividad se incrementará exponencialmente.

    

11. Evita o modera la cafeína y las bebidas energéticas. Pueden ayudarte en el corto plazo pero no a la larga.

    

    El uso y abuso de estimulantes pueden causar o exacerbar la ansiedad, el nerviosismo, estrés e insomnio que son una combinación devastadora contra tu rendimiento y productividad. Sustitúyelas por agua y una vida activa. Ciertamente, incrementarás tus visitas al servicio, pero es una costumbre mucho más sana y efectiva para mantener un nivel alto de atención y concentración.

12. Domina las destrezas y herramientas necesarias para desempeñar tu trabajo. En cualquier tarea que realicemos necesitamos utilizar una serie de herramientas y dominar ciertas competencias. Por ejemplo, para realizar mi tesis doctoral, aunque la materia versaba sobre Psicología Social, precisaba leer en inglés numerosos artículos que configuraban el cuerpo teórico de la investigación. Además, para interpretar científicamente los resultados obtenidos, necesitaba tanto conocimientos avanzados de Estadística como de los paquetes estadísticos SPSS y AMOS. Finalmente, tuve que redactar con un procesador de textos los resultados, las conclusiones y el marco teórico, así como, presentarlos con un gestor de presentaciones y defenderlos ante un tribunal.

La moraleja es simple y clara: si conoces y dominas las destrezas y herramientas adecuadas, puedes concentrarte en la tarea que tienes entre manos. En caso contrario, desperdicias tiempo y esfuerzo aprendiendo a manejar las herramientas y adquiriendo las capacidades instrumentales.