El momento en el que asumes la responsabilidad de tu vida es el momento en el que puedes cambiar todo en tu vida, Hal Elrod.
Procura, siempre que sea posible, asumir la responsabilidad de tus acciones y reconocer, con humildad y sencillez, cuando el otro tiene la razón, te has equivocado o metido la pata. Este reconocimiento es esencial en el sentido de que los demás pueden contrastar que no te mueve quedar bien o por encima de los demás, el qué dirán, la venganza o la soberbia, sino que estás centrado única y exclusivamente en la resolución de problemas, el éxito y la mejora de tus relaciones personales.
Además, ser capaz de aceptar nuestros errores, siendo duro, es una parte esencial del crecimiento personal. Demuestra madurez e inteligencia: la ofuscación en los errores, no reconocerlos ni aprender de ellos conlleva típicamente a repetirlos y, en numerosas ocasiones, a consecuencias aún más negativas y desastrosas. Sin embargo, no lo confundas con ensañarte masoquistamente en un discurso o comportamiento autodestructivo, pensamiento negativo y obsesivo, ser pesimistas o baja autoestima.
Considera que nadie es perfecto y al mejor sastre se le va el hilo pero sí es importante que el reconocimiento sea sincero, vaya acompañado de una disculpa y una propuesta de resolución: “Siento de veras haber llegado tarde. Voy a salir, de ahora en adelante, media hora antes para que no se vuelva a repetir.” Es también una buena idea ofrecer algo para paliar o compensar el error o la falta: “Por favor, déjame invitarte a un café o una caña por haberte hecho perder el tiempo”.
Todos cometemos errores y no debemos rasgarnos las vestiduras si tenemos que reconocer los nuestros. Es absolutamente esencial aceptar la responsabilidad de lo que hago, digo, pienso y siento.
Si nos negamos a ello y echamos la culpa a los demás (“Llegué tarde porque mi hijo estaba malo”), a nuestra salud (“Tengo tal jaqueca hoy que he ido mucho más lento en la oficina y he cogido el coche media hora más tarde de lo que tenía previsto para asistir a esta cita”), al jefe (“Mi jefe me ha entretenido con una reunión de última hora”), a los políticos, leyes y normas (“Desde luego que es imposible aparcar ahora que el alcalde ha decidido quitar todo el aparcamiento público del centro”), etc., es decir, buscando excusas por doquier, nos mostraremos como personas inmaduras, incapaces de asumir compromisos, de quienes no se puede confiar y, por tanto, perderemos o empobreceremos nuestras relaciones personales y profesionales.
Reconocer y aceptar la responsabilidad de nuestras vidas es un camino duro y difícil, no cabe ninguna duda, pero es el único modo de conseguir el éxito personal y profesional, así como, una actitud indispensable para construir relaciones estables, positivas y significativas.
Es muy importante saber reconocer los errores pero aún lo es más, aprender de ellos para evitar que se repitan. Si no crecemos y rectificamos, terminaremos cansando, frustrando e, incluso, enfadando a los demás.