Cuanto más inseguro es un hombre, más probable es que tenga grandes prejuicios, Clint Eastwood.
No seas prejuicioso. Igual que nuestra mente nos engaña cuando nos hace creer que una línea es más larga que la otra, también lo hace cuando nos hace pensar que las personas que pertenecen a nuestro grupo (también llamado endogrupo, es decir, las personas de nuestro mismo sexo, grupo social, edad, grupo étnico, religión, nacionalidad, etc.) son mejores que las del exogrupo (los que se diferencian de nosotros por su sexo, grupo social, edad, etc.).
También, nos hace creer que todos los miembros del exogrupo son iguales o bastante similares, por ejemplo, cuando se dice: “todos los hombres son iguales, solo piensan en lo mismo”, “las mujeres solo quieren dinero”, “todos los alemanes son nazis; los franceses, arrogantes, los ingleses unos borrachos o los españoles son todos toreros.”
Tajfel (Experiments in intergroup discrimination, 1970) demostró en los experimentos de grupo mínimo que bastante poco. La mera categorización o agrupación de las personas en varios grupos de forma arbitraria, sin ningún criterio racional o sentido aparente parece ser suficiente. Así, se han realizado experimentos agrupando a los individuos por criterios arbitrarios y gratuitos como tener ojos azules versus marrones, el color de la camiseta, puro azar (lanzamiento de una moneda al aire para dividir entre los que obtuvieron cara y a los que les salió cruz), etc.
En todos estos casos, se favorece y se valora mucho más positivamente a los miembros de nuestro grupo, religión, país, género, etc. que a las personas de los grupos a los que no pertenecemos. Además, los prejuicios se ven exacerbados por la competencia por recursos escasos.
Ahora conviene que profundicemos un poco más.
Este es definido por Allport en La Naturaleza del Prejuicio, 1977, como “pensar mal de otras personas sin motivo suficiente y/o tener una actitud hostil o desconfiada hacia una persona que pertenece a un grupo simplemente en base a su pertenencia a dicho grupo”. El racismo sería una forma particular de prejuicio; podemos definirlo como una actitud hostil a grupos que se definen por marcadores étnicos (cultura, lengua, costumbres, raza, etc.).
Las actitudes son concebidas por Rosenberg y Hovland como predisposiciones a responder a alguna clase de estímulo con cierta clase de respuesta, sea cognitiva, afectiva o conductual, es decir, a pensar y actuar de un cierto modo. Existen tres componentes:
A diferencia de los prejuicios y los estereotipos, que son conceptos internos que no observamos directamente, la discriminación es observable. Se refiere a actos manifiestos de las personas hacia los miembros de los exogrupos. Sin embargo, el hombre actual desea proyectar una imagen positiva y “democrática” de sí mismo, existe una deseabilidad social que hace que oculte y enmascare sus verdaderos sentimientos.
Además, el prejuicio “moderno”, más sutil, sigue estando ligado a la existencia de sentimientos negativos hacia los exogrupos, pero con ciertas matizaciones. Estos sentimientos no son de odio y hostilidad manifiesta, el que nos imaginamos en EEUU con el Ku Klux Klan, sino más bien de cierta incomodidad, inseguridad e incluso miedo que conducen a la evitación del contacto con el exogrupo más que a la realización de conductas destructivas y hostiles hacia ellos.
El racismo se muestra en personas que perciben a sus víctimas como cultural e inherentemente diferentes, incapaces, de manera fundamental, de integrarse en la sociedad y de compartir los valores del grupo dominante. Así, los musulmanes suelen ser acusados de sexistas, homofóbicos y enemigos de la libertad de expresión por una religiosidad excesiva.
De los gitanos se dice que no comparten los valores tradicionales respecto al valor del trabajo y a la importancia de mantener una familia armoniosa; en cambio, se asegura que se aprovechan del estado de bienestar, de los servicios sociales y dejan a sus familias desestructurarse. Este racismo hunde a sus víctimas en la pobreza, la exclusión, la desigualdad económica y en la injusticia social, así como, justifica, en el caso de los inmigrantes, las demandas de expulsión.
Debe destacarse que el prejuicio y la discriminación están en todas partes y luchar contra ellos no será tarea fácil.