La visualización es una herramienta, no la panacea.

Para conseguir grandes cosas debemos primero soñar, después visualizar, luego planificar… creer… actuar, Alfred A. Montapert.

Quiero resaltar que no debes confundir la importancia de una autoestima positiva y sana, del pensamiento positivo y optimista con aquellos que predican que podemos cambiar o recrear la realidad solo con nuestros pensamientos. En otras palabras, puedes comenzar a atraer el éxito y la felicidad simplemente visualizando lo que quieres lograr, imaginándote con mucho dinero, fama o éxito, etc.

Un ejemplo lo encontramos en un seminario que realizó Tony Robbins. Según el famoso autor, primero debes pensar en qué quieres conseguir sin preocuparte con el cómo: “Podemos cambiar nuestras vidas. Podemos hacer, tener y ser exactamente lo que deseemos.” Así que, ni corto ni perezoso, uno de los asistentes, en uno de sus multitudinarios seminarios, afirmó que iba a ganar un millón de dólares. Según se cuenta, dicho individuo ganó la lotería y no una vez, sino varias veces.

Puedo decirlo más alto pero no más claro: esto es una quimera falsa sin ninguna base científica, experimentación rigurosa o resultados estadísticos que lo avale. Quizás, pueda ser una herramienta positiva y útil, pero también es perjudicial porque la realidad puede golpearte sin piedad. ¡Eso es pseudo-psicología falsa y barata!

¿Qué es lo que tienes que hacer para cambiar la realidad? ¿De verdad crees que esto es posible, que con solo pensar, soñar y visualizarte a ti mismo, podrás alcanzar riqueza, fama y éxito con independencia de tu esfuerzo, sacrificio, contexto político y socio-económico, recursos, edad, etc. ¡Va a ser que no!

Es simplemente falso. Está basado en un individualismo atroz que nos deshabilita como individuos y como sociedad para emprender acciones comunes contra las injusticias y desigualdades sociales.

Debemos pensar en grande respecto a nuestras aspiraciones, objetivos, propósito, sueños y proyectos pero también tenemos que ser realistas, conocer nuestro entorno socioeconómico y político, nuestras capacidades, limitaciones y potencialidades.

Además, debes saber crear un plan de acción efectivo y realista, convertir tus sueños en pasos prácticos, objetivos a medio y largo plazo alcanzables y tareas concretas y evaluables, y desarrollar la fuerza de voluntad, determinación y la autodisciplina para llevarlas a cabo. El éxito también depende de la cooperación de otras personas y no siempre se puede controlar esta variable tanto como se desea. Sin embargo, trabajar en tus habilidades de comunicación para hacerlas más efectivas puede ayudarte a conseguir más de lo que te imaginas.

Observa que reconozco que el pensamiento ilusorio puede ser útil. Por ejemplo, si piensas que vas a pasar o suspender un examen, tener un buen o mal día, o disfrutar a lo grande o aburrirte como una ostra en una fiesta, por lo general, así será. Es una profecía autocumplida. Tus expectativas cambian tu actitud y modo de actuar, lo que, en consecuencia, influencia significativamente y moldea la manera en que los demás te ven e interactúan contigo. Finalmente, te proporcionan la retroalimentación y aprobación o rechazo que esperabas, lo que sirve para reforzar tu creencia original y demostrarte que tenías toda la razón.

Sin embargo, también es cierto que no todos podemos ganar un millón de dólares, ser actores o actrices de renombre, deportistas de élite, directores ejecutivos, presidentes multitudinarios de consejos de administración, etc. Existe pues un compromiso entre la importancia de la motivación, de pensar en grande, ser positivo y optimista, de tener una autoestima positiva y creer en nosotros y nuestras posibilidades y la realidad. Un equilibrio es también necesario entre nuestro trabajo duro y perseverante para hacer realidad nuestros sueños y la colaboración y la participación de los demás.

Existen algunos que sostienen que incluso aunque no sea real, no esté probado ni sea científico ni riguroso, esta creencia de ser capaz de recrear nuestra realidad es positiva. Lo contrario sería capitular ante las adversidades, bajar los brazos, peor aún, quejarnos, amargarnos, o la autocompasión porque no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino.

Ciertamente, muchos de nosotros pensamos que existen posturas intermedias. Aceptamos como inevitables determinadas facetas de nuestra realidad a la par que concedemos gran importancia a nuestras elecciones, pensamientos, actitudes, palabras y acciones. Queremos dar lo mejor de nosotros mismos, sacarnos el máximo jugo en un afán permanente de auto-superación, en una lucha constante por cambiar aquello que es injusto o no es como quisiéramos o debería.

Es importante reconocer que muchas veces en la vida no podemos hacer muchas cosas solos, por nosotros mismos, necesitamos a otras personas. ¡Tenemos que aprender a colaborar con los demás, ayudarnos y unirnos! Aquí también podemos tener un enfoque optimista.

Nada puede interponerse en el camino poderoso de millones de voces que piden el cambio, Barack Obama.

Además, siempre tenemos opciones. Necesitamos ser el cambio que deseamos ver en el mundo, empezar con nosotros mismos, cómo nos afectan y lidiamos con los problemas y circunstancias, por ejemplo, de la indiferencia a la indignación, compasión o solidaridad; trabajando y mejorando sin desmayo; adquiriendo nuevos conocimientos, habilidades y competencias; uniéndonos a movimientos sociales, ONGs, plataformas; protestando contra la injusticia social y sus causas…

Por ejemplo, ante la inevitable pérdida de un familiar, podemos llorar y amargarnos eternamente. Otra opción sería después de un tiempo inicial, completamente lógico y necesario de duelo, aceptar que la vida sigue, recordar con cariño los buenos momentos que hemos compartido (“No llores porque se acabó, sonríe porque sucedió,” Dr. Seuss), consolar a los afligidos y, finalmente, pasar página en la vida: trata de llenar ese vacío con amor, establece nuevas relaciones, realiza nuevas actividades, viaja y cambia de aires, etc.