El éxito no está en lo que tienes, sino en lo que eres.

No te dejes engañar, la felicidad no es una vida a todo trapo. No está en poseer una gran casa con piscina, garaje y jardín, el último dispositivo electrónico, en conducir el coche deportivo más rápido, en lucir un cuerpo diez a base de maquillaje, cirugía estética y ropas de diseño. No está en comprar y tener más dinero y más cosas.

No es cierto que cuanto tienes, cuanto vales, tu valía no está en lo que tienes, está en lo que eres. Muchos viven una carrera consumista a la nada, la voluptuosidad de la estupidez en nombre de la comodidad y aparentar cuando a nadie realmente le importa, ni nos hace realmente más felices.

Esta carrera consumista nos lleva a:

1. Necesitamos trabajar más en uno o varios empleos, a veces estresantes y mal pagados, para ganar más dinero, para mantener nuestro estilo de vida egoísta y despilfarrador y así poder comprarnos más cosas.

   

2. Tenemos menos tiempo para nosotros y para las relaciones interpersonales debido a que dedicamos gran parte de nuestro tiempo a trabajar, desplazarnos del hogar a la oficina y a comprar.

3. Este estilo de vida frenético se ha asociado con el estrés, la ansiedad y la depresión, malos hábitos alimenticios, falta de ejercicio y estilo de vida pasivo y, lo peor de todo, nos hace sentirnos insatisfechos, infelices y vacíos porque perdemos, poco a poco, la salud, nuestro tiempo y la chicha de la vida (relaciones interpersonales significativas con nuestros seres queridos y amigos, disfrutar de las pequeñas cosas, etc.).

   

   Considera, por ejemplo, que comprar una gran casa implica no solo una gran hipoteca sino también más tiempo, esfuerzo y dinero en tareas de limpieza (no es lo mismo barrer y fregar un pisito de dos o tres dormitorios que una casa con dos plantas, garaje, piscina y jardín), mantenimiento, calefacción, impuestos, seguros, etc.

   Procura, siempre que puedas, que tu vivienda esté lo más cercana al trabajo posible. Es mejor un hogar “cuco” y pequeño pero cercano a tu empleo que una lujosa casa a una hora y cuarto de ida (o más) y otra hora y cuarto de vuelta todos los días laborales. Pregúntate y actúa en consecuencia: ¿qué te da realmente más calidad de vida?

   Lo mismo sucede con el típico cochazo deportivo, no solo nos cuesta más su adquisición, sino también las reparaciones y mantenimiento, aparcamiento, gasolina, los impuestos y el seguro. Además, típicamente tardaremos más, en encontrarle el dichoso aparcamiento. Cuando, por fin, lo logramos, nos sentiremos inseguros porque al ser un coche más pijo, sabemos que llama más la atención de los cacos y vándalos.

4. No excedas tus límites, vive conforme a tus posibilidades. Debes plantearte cierta sobriedad económica, un estilo de vida más minimalista, es decir, un consumo menor, crítico y responsable de las cosas importantes y realmente necesarias. Recuerda que en la vida, muchas veces menos es más.

   

   Algunas ideas: 1. Trasládate a una vivienda más pequeña pero más cercana a tu trabajo, escuela y comunidad. 2. Deshazte del segundo coche. Cambia el cochazo por uno más pequeño, más eficiente en combustible o déjalo directamente y anda, utiliza la bicicleta o el transporte público. 3. Deja de beber alcohol, apostar y fumar. 4 Disminuye las salidas o gasta menos cuando sales. ¿No se puede disfrutar en casa viendo una película o un evento deportivo con los amigos, invitándoles a cenar, paseando en el parque o disfrutando de un magnífico día de playa? 5. No te compres el último dispositivo electrónico sino espera a que tu actual dispositivo deje de funcionar; reduce tu vestuario, busca tu estilo y compra, si es posible en rebajas, prendas fácilmente combinables; elimina la necesidad de “ir a la última” y los servicios y suscripciones con pagos recurrentes (servicios de streaming de vídeo/música, aplicaciones de software, etc.). 6. No te endeudes excepto por razones muy justificadas.

5. El consumismo es una carrera estúpida e inútil que nunca ganaremos ni como individuos ni como sociedad. Además, implica un gasto de energía y de recursos, así como, la contaminación y un daño irreversible al medio ambiente que nuestra especie y nuestro planeta, con recursos limitados, tampoco pueden mantener. ¡Nuestro planeta no puede sostener esta quimera de crecimiento exuberante, irracional e insostenible!